FUENTES DE TENTACIÓN
Existen tres fuentes de tentación y luchamos con ella todos los dias de nuestra existencia terrenal.
1- La carne:
Generalmente somos tentados en nuestra mayor debilidad. ¿Cuál es tu punto débil? ¿Tu sexualidad, temperamento, la gula, la envidia, los celos, la discordia? Di ahora el nombre de tu debilidad para ti mismo (a). Después de responder, tal vez tu próxima pregunta sea: “¿Qué hacer en esos momentos donde me siento impotente ante las tentaciones y qué hacer para vencerlas? sólo con el espíritu fortalecido será posible dominar los impulsos de la carne. Venceremos y dominaremos nuestra carne con la oración y la intimidad con Dios, buscando los frutos del Espíritu que son: alegría, amor, paz, paciencia, amabilidad, mansedumbre, dominio propio, este, sobre todo, conseguimos con mucho esfuerzo, y haciendo mortificaciones, o sea, renunciando a eso que nos gusta mucho: gaseosas, dulces.
Generalmente somos tentados en nuestra mayor debilidad. ¿Cuál es tu punto débil? ¿Tu sexualidad, temperamento, la gula, la envidia, los celos, la discordia? Di ahora el nombre de tu debilidad para ti mismo (a). Después de responder, tal vez tu próxima pregunta sea: “¿Qué hacer en esos momentos donde me siento impotente ante las tentaciones y qué hacer para vencerlas? sólo con el espíritu fortalecido será posible dominar los impulsos de la carne. Venceremos y dominaremos nuestra carne con la oración y la intimidad con Dios, buscando los frutos del Espíritu que son: alegría, amor, paz, paciencia, amabilidad, mansedumbre, dominio propio, este, sobre todo, conseguimos con mucho esfuerzo, y haciendo mortificaciones, o sea, renunciando a eso que nos gusta mucho: gaseosas, dulces.
2-El diablo.
Jesús lleno del Espíritu Santo, volvió de las orillas del Jordán y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, donde estuvo 40 días y fue tentado por el diablo. En todos esos días no comió nada, y al final tuvo hambre.
primero hayan de tentar de codicia de riquezas, como suele, para que más fácilmente vengan a vano honor del mundo, y después a crecida soberbia; de manera que el primer escalón sea de riquezas, el segundo de honor, el tercero de soberbia, y de estos tres escalones induce a todos los otros vicios.
Pecamos entonces siguiendo el mismo esquema de siempre: apetitos sensibles, vanidad, orgullo, posesividad, codicia. La mecánica de las tentaciones es siempre la misma: cuando alguna cosa creada ocupa el lugar de Dios. Esa cosa creada puede ser cualquiera: la carnalidad, el ego, o las riquezas, cuando las queremos más que a Dios, estamos en un grave, gravísimo problema. Porque nuestra alma tiene un agujero del tamaño de Dios, y tratar de llenarla con alguna criatura finita, nos hace más infelices, y no más felices. De allí la gran ansiedad y depresión del mundo contemporáneo: tienen demasiado, y no saben qué hacer con ese demasiado. Pero no tienen lo único necesario, lo único que puede hacerlo
s felices: el Amor Infinito de Dios. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.
3- El mundo
Si alguien desea ponerse en camino para buscar a Dios, respondiendo a la llamada que éste le dirige a seguirle, debe prepararse para la lucha, como ya avisa la Escritura: «Hijo, si te dispones a servir al Señor, prepárate para la prueba» (Eclo 2,1). Y en la medida en que se avanza por los caminos de la vida espiritual con más fuerza aparece la tentación que tratará de impedir todo progreso.
Por esta razón, todo planteamiento de vida interior debe contar con el demonio y sus estrategias; no hacerlo sería una grave irresponsabilidad de consecuencias catastróficas.
Precisamente para ayudar a descubrir la estructura de las diversas tentaciones en orden a poder realizar un verdadero discernimiento espiritual que permita avanzar en la vida interior presentamos una recopilación de diversos modos de tentación, analizando la intención de su autor y los mecanismos de los que se sirve.
La tentación forma parte sustancial del entramado humano. Allí donde está el hombre está la tentación. Y el Tentador tiene especial cuidado de trabajar en contra de quienes quieren ser mejores o intentan seguir el camino al que Dios invita al hombre.
La gente ingenua piensa que es tentación cualquier incitación al mal. Eso supone tener en muy poco al diablo, que no se molesta en duplicar tantas y tantas provocaciones al mal que se fabrica el mismo hombre. No, en estos casos no tiene que hacer nada, simplemente asiste divertido al espectáculo gratuito de la autodestrucción humana.
Donde se requiere un arte verdaderamente sutil es en la auténtica tentación; en la acción perfectamente estudiada por la que la fuerza y las capacidades del hombre que intenta convertirse se orientan precisamente a llevarle lejos de Dios hasta acabar en oposición a él. Y si esto se hace sin que el hombre sea consciente, mejor que mejor.
El diablo le dijo entonces: “Si eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se conv poder sobre estos pueblos y te entregaré sus riquez
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